LOS BARRIOS ENVEJECEN
- Hace unos 26 años que llegamos a este barrio, en ese entonces no era más que una sucesión de lotes sin construcción alguna, parte de un proyecto de urbanización de la cooperativa.
Tal vez no fueron las palabras precisas que dijera mi madre en cierta ocasión respecto de sus recuerdos de cómo era el vecindario cuando llegaron.
- En ese entonces éramos un grupo de jóvenes profesionales comenzando sus respectivas familias, todos de edades similares con uno o dos hijos muy pequeños.Pero es una buena aproximación a lo que podría pensar al respecto. Además no es muy difícil darse cuenta de la verdad que hay en esa afirmación, puesto que basta sólo con ver las edades de los hijos, todos dentro del mismo rango de edades, claro que siempre hay alguna excepción, muchos de los cuales terminamos siendo compañeros de colegio, compañeros de juegos, compartimos partidos de fútbol, juegos de ticho (canicas, bolitas o como quieran llamarle), cumpleaños, carnavales, incluso ese fabuloso 25 de diciembre cuando lo único que deseas es salir a la calle a estrenar la bicicleta, el autito a control remoto, el avión o lo que fuera que te trajo Papá Noel.
Pero vamos creciendo, poco a poco notas como compartis menos esas cosas, con el paso de los años tenes menos cumpleaños, ya no tenes juguetes que compartir o farsear a los vecinos. Poco a poco van quedando menos de esos “colegas” de juegos, cada quien va migrando hacia donde puedan formar lo que sus padres en algún momento formaron con anterioridad; un espacio rodeado de jóvenes con las mismas ganas y la misma
Y al final, sólo quedan aquellos, esos jóvenes profesionales que algún día decidieron sentar las bases de su familia en un vecindario que en ese tiempo no era tal, llevados por el sueño de ver crecer a sus hijos en un ambiente agradable, rodeado de niños de su edad con quien compartir.Los barrios van envejeciendo con nosotros, al final podremos dejarlos para dar un paso adelante sin que nadie pueda evitarlo. Tal vez nos quede la melancolía de volver a pisar este barrio de vez en cuando, un fin de semana para ir a la misa de siempre, un día cualquiera para ir a visitar a tus viejos, total ellos se quedaron ahí por lo que siempre vas a tener un rinconcito reservado por ahí, para conversar, para recordar, para mirar atrás lo ya pasado y proyectar tu futuro.
Tal vez no fueron las palabras precisas que dijera mi madre en cierta ocasión respecto de sus recuerdos de cómo era el vecindario cuando llegaron.
- En ese entonces éramos un grupo de jóvenes profesionales comenzando sus respectivas familias, todos de edades similares con uno o dos hijos muy pequeños.Pero es una buena aproximación a lo que podría pensar al respecto. Además no es muy difícil darse cuenta de la verdad que hay en esa afirmación, puesto que basta sólo con ver las edades de los hijos, todos dentro del mismo rango de edades, claro que siempre hay alguna excepción, muchos de los cuales terminamos siendo compañeros de colegio, compañeros de juegos, compartimos partidos de fútbol, juegos de ticho (canicas, bolitas o como quieran llamarle), cumpleaños, carnavales, incluso ese fabuloso 25 de diciembre cuando lo único que deseas es salir a la calle a estrenar la bicicleta, el autito a control remoto, el avión o lo que fuera que te trajo Papá Noel.
Pero vamos creciendo, poco a poco notas como compartis menos esas cosas, con el paso de los años tenes menos cumpleaños, ya no tenes juguetes que compartir o farsear a los vecinos. Poco a poco van quedando menos de esos “colegas” de juegos, cada quien va migrando hacia donde puedan formar lo que sus padres en algún momento formaron con anterioridad; un espacio rodeado de jóvenes con las mismas ganas y la misma
Y al final, sólo quedan aquellos, esos jóvenes profesionales que algún día decidieron sentar las bases de su familia en un vecindario que en ese tiempo no era tal, llevados por el sueño de ver crecer a sus hijos en un ambiente agradable, rodeado de niños de su edad con quien compartir.Los barrios van envejeciendo con nosotros, al final podremos dejarlos para dar un paso adelante sin que nadie pueda evitarlo. Tal vez nos quede la melancolía de volver a pisar este barrio de vez en cuando, un fin de semana para ir a la misa de siempre, un día cualquiera para ir a visitar a tus viejos, total ellos se quedaron ahí por lo que siempre vas a tener un rinconcito reservado por ahí, para conversar, para recordar, para mirar atrás lo ya pasado y proyectar tu futuro.
Comentarios
Cada ves nos aislamos mas.
Un saludo desde España, y muy bueno el blog.